sábado, 17 de marzo de 2007

La experiencia de entrar en el “asadero” de la avenida 27 de febrero es asfixiante.
Duarte por el túnel
869 metros de gases tóxicos y temperaturas sofocantes atraviesan al cosmopolita Distrito Nacional.
Los camiones y motocicletas transitan el túnel en franca violación a las advertencias que lo prohiben. Fotografía: El inquieto.


Moviendo su mano izquierda y señalando hacia abajo con su dedo índice, el chofer del carro público se detiene: ¿por abajo? pregunto. –Vámonos! Tras negociar el pasaje, acordó cobrarme RD$13 pesos hasta el peatonal de la panadería SUM, salida del túnel, desde la Doctor Delgado, donde abordé. De suerte nadie se quedaba en la Máximo Gómez, así que pasé por dos de los tres túneles que integran el corredor de la avenida 27 de febrero.
Quienes tenemos que transitar por la 27 de febrero, debemos enfrentarnos al dilema: me voy por arriba o por abajo. Esto se refiere a la utilización de los túneles de las intersecciones en las avenidas Máximo Gómez, Tiradentes, Abraham Lincoln y Winston Churchill. Podemos elegir entre una OMSA, voladora o un carro de concho. Los precios varían dependiendo el medio utilizado, siendo los choferes de concho los que “consiguen” más por ser los más pequeños y vivos.

Por abajo

En la intersección con la avenida Máximo Gómez, se encuentra el primer paso a desnivel- túnel de la Gómez-que consta de 88.4 metros de largo y 16 de ancho, con una altura de 4.6 metros. Este tiene una forma curva pronunciada.

La señalización es precaria y los accidentes parecen haberselas llevado para siempre, como es visible en los raspiñazos de sus muros color gris opaco, contrastados con un amarillo ennegrecido por el sucio y smog.

La iluminación por las noches está a cargo del conductor. Las lámparas de la vía están ergidas como gigantes inoperantes. Sin embargo, no todo es penumbra, el proselitismo encuentra un spot en el techo, a la entrada del túnel, con una brillante publicidad reelecionista que sustituye al alumbrado que pagamos al Estado como contribuyentes.

Llegando a la avenida Tiradentes, la rampa de acceso al túnel presenta rastros de accidentes, y ha sido escenario de embestiduras a peatones que arriesgan sus vidas por la ausencia de un puente peatonal.

El grisaseo tono de sus muros te adentra en un viaje de 38 metros de largo, 16 de ancho y 4.6 de alto, lo que sin iluminación se convierte en un pestañeo surrealista. La travesia no resulta tan teneblosa, ya que como estamos en pre-campaña, la política vuelve a ocupar los lugares destinados por el Ayuntamiento del Distrito Nacional para la publicidad en los túneles y elevados.

Una carrera contra el monóxido

Pasando una pantalla gigante fuera de servicio y las imprudencias de los vehículos, entramos en la rampa del túnel central. Con 869 metros de longitud, cuatro carriles, dos en cada dirección, el laberinto vial que comprende desde la Abraham Lincoln hasta la Winston Churchill, es sin lugar a dudas una figura emblemática del modernismo al que ha sido sometida la capital dominicana.


Inaugurado en la primera gestión del presidente Leonel Fernandez a un costo de RD$ 600 millones, y con casi 10 años en funcionamiento, la estructura presenta signos de desgaste e infuncionalidad. El techo es negro fruto de los gases concentrados, las lozetas que alguna vez fueron blancas, se confunden con la neblina que imposibilita la visibilidad más allá de los 100 metros. La sensación de toxicidad que se vive al circular con los vidrios abajo es desesperante, y de seguro toserá a la entrada o salida. Las cámaras de monitoreo del interior funcionan, según declaraciones del ingeniero Ledesma, encargado de mantenimiento de los túneles y elevados del patronato corredor avenida 27 de febrero.

Paseo de las artes

El boulevard de la 27 de febrero es un espacio urbano donde las artes plásticas tienen un refugio en medio del bullicio. En sus extremos (Lincoln y Churchill) se encuentran localizadas tarimas para actividades culturales, así como sendos gigantezcos freezers de Presidente, que se roban la atención opacando a las minúsculas banderas colocadas por debajo del símbolo patrio 1A, “la fría”.

Los kioskos se encuentran en abandono y son refugio para malechores y centro de recolección de botelleros. Las dos fuentes son cementerios de alambres e instalaciones eléctricas. El reloj, sin hora, del artista Ignacio Morales de 20 metros de altura le da un toque parisense, conjuntamente con las esculturas, murales y la casi extinta ornamentacion.

El pionero de la Núñez de Cáceres

Pasada la Rómulo Betancourt, en dirección norte-sur se encuentra el primer túnel construido en el Distrito Nacional, túnel de la Núñez de Cáceres, construido en el último mandato presidencial de Joaquín Balaguer. Este presenta un estado de abandono, sus paredes están deterioradas por las filtraciones y no se diferencia un color. Tiene iluminación central y es una obra que más que una solución de tránsito representa un capricho.

No hay comentarios.: